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La Navidad en Noruega

La Navidad en Noruega A finales de diciembre, en los siete mares y en los puertos de todo el mundo, los barcos noruegos colocan un árbol de Navidad en sus mástiles. Y a bordo, igual que en los hogares de noruegos repartidos por todo el planeta, se celebra la Navidad al estilo noruego, lo cual quiere decir que se celebra de una manera un tanto diferente de lo habitual en otros pueblos.

Pero esas diferencias son menores ahora que hace unos cuantos años. La mejora de las comunicaciones y el aumento de las relaciones entre los países han provocado una mezcla de tradiciones. Y a un visitante extranjero las similitudes entre las Navidades en Oslo, en Londres o en Nueva York pueden parecerle más obvias que las diferencias.Hay la misma fiebre de las agitadas compras navideñas, los grandes abetos iluminados en las plazas, las calles engalanadas con guirnaldas y bombillas, los adornos curiosos en las ventanas y las miradas deslumbradas de los niños que se ponen de puntillas para verlo todo mejor. Igual que en cualquier otra ciudad, los adultos recuerdan las maravillosas Navidades de hacer años, a la antigua, y la forma que tenía la abuela de celebrar las fiestas. Pero en Noruega esto es un sueño que puede hacerse realidad... para los afortunados que consigan una invitación a unas Navidades de verdad en el campo.

La Navidad en el campo

En las enormes cocinas de las granjas y de las casas de pueblos alejados de las rutas habituales, los emocionantes preparativos empiezan con varias semanas de antelación. Se elabora la cerveza especial de la Navidad, la "Juleøl", se preparan los numerosos platos tradicionales a base de cerdo, centenares de dulces (galletas, tortas), de los que como mínimo se sirven siete clases distintas, además del "julekake", un pan dulce propio de estas fechas que está relleno de pasas, frutas escarchadas y cardamomo. El olor de la Navidad invade las casas y el nerviosismo de los niños es cada vez mayor.

Y también es típica, a medida que se aproximan las fiestas, hacer una limpieza completa de la casa, además de preparar leña suficiente para mantener el fuego encendido por lo menos los tres primeros días de las Navidades.En la actualidad se ha añadido la costumbre de ir al bosque a buscar un abeto. Es algo que a los abuelos seguramente les resultará extraño, porque la tradición del árbol de Navidad no llegó a Noruega, procedente de Alemania, hasta la segunda mitad del siglo XIX, y a las zonas rurales tardó aún más en llegar.Y cuando por fin llega la Nochebuena hay que adornar el árbol, tarea que normalmente corresponde a los padres, que se encierran en el salón, mientras que los niños, fuera, están a punto de reventar de la emoción.

En Nochebuena también es tradicional llevar a los establos un gran cuenco de gachas para el "nisse", el gnomo que, según la tradición, se encarga de proteger la granja. Es una ceremonia que hoy se hace por los niños, aunque seguramente su abuela alguna vez tuvo un escalofrío al pensar que de verdad existía semejante ser. El "nisse" no es el único que recibe atenciones: Sobre un poste se coloca el "julenek", un montón de avena para los pájaros, y los animales de la granja también tienen su comida especial de Navidad.

Y luego, ya en la tarde de Nochebuena, empiezan a repicar las campanas de la iglesia recordando la fiesta. En esta ocasión, igual que en otras fechas muy señaladas, no se tocan de la forma habitual, con el perezoso "ding dong", sino que hay un repiqueteo insistente y prolongado mientras el badajo golpea rápidamente las campanas.

Cuando ya se pierde el sonido de las campanas, la paz de la Navidad se extiende sobre las granjas y sobre los pueblos. Los rezagados que aún no han llegado a su destino se apresuran a reunirse con sus familiares y amigos, mientras que en los patios la nieve cruje bajo las pisadas y la luz de las ventanas alcanza con su tibieza la oscura noche invernal.

Las celebraciones de Navidad propiamente dichas empiezan con la solemne lectura de los Evangelios del día 25 de diciembre, tal vez en la Biblia familiar de hace varios siglos que luce en sus primeras páginas el recuerdo de nacimientos y bautismo, confirmaciones, bodas y fallecimientos de varias generaciones.

Después la familia se sienta a la mesa para la tradicional cena, que para un extranjero tal vez sea un tanto extraña para una ocasión tan festiva. Lo normal es que el plato principal sean unas gachas o, si se encuentra, bacalao fresco, o tal vez "lutefisk", que es bacalao tratado con un poco de lejía y hervido. Es probable que esta comida tradicional naciera en los tiempos anteriores a la Reforma, cuando la Nochebuena era día de ayuno y abstinencia. Pero hoy se completa con una serie de platos que ni mucho menos tienen que ver con la abstinencia.

Es una comida de la que los niños no suelen disfrutar demasiado. Miran una y otra vez las puertas del salón que siguen cerradas y su impaciencia va aumentando ante la insoportable lentitud con que los mayores saborean la cena. Les parece que ha pasado una eternidad cuando por fin llega el gran momento y se abren las puertas de par en par.

Los niños entran a la carrera, pero se quedan inmóviles y atónitos al ver el árbol brillante con la luz de velas de verdad y los regalos cuidadosamente envueltos amontonados en su base. Luego llega un ritual noruego que consiste en rodear el árbol de Navidad. Todo el mundo se da la mano y forma un corro alrededor del abeto, gira en torno y mientras se cantan villancicos. Por último se reparten los regalos y los niños empiezan a tranquilizarse. El resto de la velada transcurre entre risas y juegos, comiendo pasteles y muchas otras cosas deliciosas.

La mañana de Navidad la familia va a la iglesia. En otras épocas había un servicio religioso a primeras horas de la mañana y después se desayunaba a lo grande en la casa. En la actualidad ese servicio es un poco más tarde y la comida tradicional es el almuerzo, en el que el cerdo suele ser el plato principal.Pero en algunos lugares la iglesia será la misma que hace siglos, tal vez una pequeña construcción de madera a la que han acudido los fieles desde la Edad Media. A lo mejor hay algunas inscripciones rúnicas en las paredes oscurecidas por los años o pinturas y tallas que nos llegan de aquellos tiempos y puede que también, para quienes saben escuchar, se deje oír el débil eco de ese mismo servicio navideño celebrado tantas veces.

Pero Nochebuena y Navidad son sólo el principio de una época de celebraciones que duran por lo menos hasta la Epifanía, y en algunos sitios incluso hasta el 13 de enero, vigésimo día después de Navidad y día de San Canuto. Hay una frase popular según la cual el día de San Canuto marca el fin de las Navidades.Son unos días para estar con los demás. En algunos lugares, aunque sólo por pura nostalgia, la gente sigue usando el trineo y los caballos, y el tintineo de sus campanas puede oírse entre los árboles cubiertos de nieve.

Son unos días de reuniones, de luz cálida que escapa por las puertas abiertas para recibir a los invitados. Son días de juegos y alegría en los que nadie se acuerda de que los niños ya deberían estar en la cama. Son también los días en que los pequeños se disfrazan y van de casa en casa para que les den pasteles y otros dulces. Esta costumbre se llama "ir de julebukk" (cabra de Navidad) y su origen es desconocido, aunque los historiadores coinciden en que data de la Edad Media.

Ésta es la clase de Navidad que aún puede vivirse en el campo, una Navidad muy parecida a las que vivieron nuestras abuelas, aunque también es posible que a las abuelas sólo les apeteciera invernar una semana cuando por fin San Canuto terminaba con las fiestas, porque para ellas era un trabajo enorme.

Las tradiciones más antiguas

En general la gente acepta las tradiciones navideñas sin dudar. No se paran a pensar que estas costumbres forman un museo especial en el que ver retazos de la forma de vivir y de las creencias de sus antepasados, de cultos paganos y de antiquísimas tradiciones cristianas. Pero la Navidad, la gran festividad de la Navidad reúne costumbres de muchas religiones y cada país ha ido creando sus propias tradiciones navideñas uniendo los cabos de hilos distintos que nos llegan a través de los siglos.El abeto verde de la Navidad es un símbolo de vida y de crecimiento, a pesar del invierno y de su oscuridad, y mezcla ideas paganas y cristianas. El muérdago nos viene de los celtas, el acebo de los sajones y la costumbre de hacernos regalos se tomó de las fiestas con que los romanos celebraban el Año Nuevo. Las gentes de Noruega tienen entre sus usos navideños algunos que se remontan a las ofrendas y los sacrificios paganos de sus antecesores vikingos. Incluso la Navidad, "Jul" en noruego, que es el nombre de estas fiestas, se remonta a los tiempos pre-cristianos. Joulu o Lol era el nombre de una celebración pagana que tenía lugar en todo el norte de Europa.Los historiadores no saben a ciencia cierta qué tipo de fiesta era el "Joulu" ni en qué momento preciso del año se celebraba, aunque en general se acepta que sería a finales de otoño o principios de invierno. La mayoría cree que no era sólo una fiesta de la fertilidad, sino que era además una ofrenda de sacrificios a los muertos o que de algún modo llegó a relacionarse con esto.

Esta combinación nos puede parecer extraña ahora, pero en una sociedad agrícola vinculada al ciclo anual de la primavera, el verano, el otoño y el invierno y al ciclo del nacimiento, la reproducción y la muerte habría sido natural relacionar la fertilidad y la muerte, la vida que nos llega de lo desconocido y la vuelta a lo desconocido.Las más antiguas de nuestras costumbres parecen ser retazos de esta fiesta. Están relacionadas con los sacrificios a los dioses, que por lo general consistían en comida y bebida. Un poeta noruego que vivió hacia el año 900 de nuestra era, unos cien años antes de que Noruega se convirtiera al cristianismo, dice en un poema dedicado a su rey: Brinda por "Jul" junto al mar, si puede hacer su voluntad, nuestro jefe sin igual. En este mismo contexto el poeta menciona a Frøy, dios de la fertilidad, de modo que en sus versos se recoge el antiguo origen de una o dos de las tradiciones antes mencionadas.Una de estas tradiciones es la especial "juleøl", la cerveza navideña que se elabora en las granjas o, más modernamente, en las fábricas de cerveza. La costumbre de preparar esta cerveza particular se remonta a través de los siglos hasta los tiempos en que los vikingos levantaban sus cuernos llenos de cerveza durante las celebraciones de Joulu dedicadas a los antiguos dioses noruegos Odín, Frøy y Njord. Pero cuando los noruegos del siglo XX levantan sus copas en el tradicional "skål" (se pronuncia scol), apenas recordarán, si es que lo hacen, a sus antepasados vikingos que bebían de los cuernos la cerveza de los sacrificios para pedir paz y un año venturoso.

La tradición de la cerveza juleøl sobrevivió a la conversión del país al cristianismo sencillamente porque la gente se negó a abandonarla. Y los gobernantes, prudentemente, prefirieron dar a la antigua tradición un nuevo significado simbólico en vez de prohibirla. La cerveza dejó de considerarse como bebida de sacrificios: se llamaría sencillamente cerveza de las fiestas. Según una de las antiquísimas leyes del lugar, debía "bendecirse la noche de Navidad en los nombres de Jesús y de la Virgen María.

El hecho de que en el poema se mencione al dios Frøy indica el origen de otra tradición: se cree que en algún momento de las celebraciones de Joulu se sacrificaba un cerdo a Frøy, y que luego el animal servía de plato principal de las fiestas posteriores.Puede que ésta sea la razón de que incluso hoy en los hogares noruegos se coma cerdo, aunque los platos de cerdo de las Navidades se elaboran de formas muy diversas. Puede ser el cerdo entero asado o puede servirse en tajadas, asado con repollo amargo, jamón ahumado o bien las manitas encurtidas.

La creencia en el "nisse" también se remonta a los tiempos del paganismo. La idea del duende protector de la granja puede tener su origen en el primer hombre que en épocas remotas comenzó a cultivar sus tierras. A veces se decía que este hombre está enterrado en alguno de los túmulos funerarios que hay cerca de las casas. En las fiestas de "Jul", en recuerdo de los muertos, se le llevaba hasta allí comida y bebida, y se creía que salía para comer y beber. Con el paso de los siglos la imagen popular de este fantasma respetado y temido fue transformándose en un ser no tan peligroso, aunque en ocasiones aún destructivo y con características de duende: es el "nisse" de los cuentos de hadas noruegos.

Pero el "nisse" no ha sobrevivido hasta hoy sólo en la tradición noruega. Se ha producido una curiosa mezcolanza entre el "nisse" nórdico y San Nicolás de la Europa central. El resultado es la curiosa combinación de gnomo y obispo que los niños americanos conocen gracias al poema "La noche de la víspera de Navidad": es el alegre Santa Claus con su traje rojo, su barrigota y los ojos brillantes. También en el "nisse" noruego encontramos elementos muy similares a los del Santa Claus importado.

Sin embargo, el antepasado del "nisse" no es el único ser fantástico que hay al llegar las Navidades: se creía que los muertos, durante esas fechas, vagaban en grandes grupos. Por eso se les dejaba comida en las mesas la noche de Navidad y, en algunos sitios, incluso había comida durante todas las fiestas. Resulta extraño pensar, mientras elegimos entre la abundancia de alimentos navideños de los restaurantes noruegos, que la tradición de estas comidas probablemente se remonte a los fantasmales banquetes de la superstición.

Pero es posible que la abundancia y la variedad de platos tenga su origen en otra tradición. La gente creía que de la cantidad de alimentos preparados para la Navidad dependía la pobreza o la riqueza durante el año siguiente, así que todo el mundo hacía cuanto podía para asegurarse un año sin privaciones.Hay también otras tradiciones navideñas que pueden rastrearse hasta la Edad Media: los adornos de paja y la avena que se ofrece a los pájaros, por ejemplo, y también el pan de Navidad. Pero el origen de estas costumbres no está tan claro. Algunos historiadores afirman que tienen una cierta relación con las antiguas fiestas de la fertilidad, mientras otros insisten en que no es así.

La Navidad en las ciudades

En las ciudades actuales la gente tiende a simplificar las celebraciones tradicionales. A pesar de ello, aún se conservan muchas de las antiguas tradiciones.

Aún siguen abriéndose los regalos en Nochebuena y cantándose villancicos alrededor del árbol. Los alimentos tradicionales, como las gachas, el "lutefisk" o el bacalao normal, los distintos platos de cerdo y el "julekake" siguen presentes en las mesas, pero lo más probable es que los platos de cerdo, tan elaborados, se hayan comprado ya hechos, y no sería nada raro que los dulces sean de una pastelería.

Pero la costumbre de visitar a los amigos y a los familiares durante la semana de vacaciones aún se conserva, y es también tradicional ofrecer la hospitalidad navideña incluso a los extraños, porque todo el mundo tiene la idea de que en Nochebuena nadie debería estar solo ni sentirse infeliz.

Además, el visitante extranjero que sabe lo que quiere encontrar pronto descubrirá que sigue habiendo un toque noruego especial, incluso en los agitados preparativos de la Navidad en las calles de la ciudad.

Tenemos, por ejemplo, la blancura: no sólo la blancura de la nieve, sino también la de las bombillas blancas que se utilizan para decorar, que resultan tan distintas de las de colores habituales en muchos otros países. Y tenemos los platos y los dulces tradicionales de la Navidad, los adornos de paja y los muñequitos "nisse" que destacan en todos los escaparates. El visitante descubrirá también que algunas tiendas han preparado una decoración con temas típicamente noruegos: el "nisse" sentado en el granero comiendo su tazón de gachas, o una bandada de pájaros de alegres colores disfrutando de la abundante avena.

Hay por supuesto muchas otras cosas que pueden verse en otros sitios: el Santa Claus de los grandes almacenes con su barba y su traje rojo, los árboles y los adornos de Navidad, la gente feliz e ilusionada.

Además, si se presenta la ocasión, quienes lleguen a una ciudad noruega en tiempo de Navidad pueden darse el capricho de probar el bufé de Navidad en alguno de sus excelentes restaurantes. Y si encuentra algo que le agrade, tal vez lo más apropiado fuese recordar con agradecimiento a aquellos fantasmas medievales que tal vez fueron protagonistas de la primera fiesta de Navidad.

Vera Henriksen

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