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Origen de los incas

Enfrentar este último capítulo de la evolución autónoma del Mundo Andino requiere de temerarias presunciones, por cuanto no hay registros escritos y hubo dos instancias en que el mito de los orígenes de los incas sufrió bruscas y profundas modificaciones. La primera fue durante el gobierno de Pachacuti, IX jerarca y supuesto vencedor de los chancas, sus más amenazantes enemigos, quien parece haber reorganizado la mitología, obligado a rehacer los tablones con pinturas que relataban la historia y reordenado toda la conceptualización de la identidad incaica para adaptarla al rol imperial expansivo que comenzaba a tener y de paso tal vez, para quedar él como el gran héroe incaico. La otra instancia fue la tristemente expandida tendencia de los cronistas españoles por homologar las creencias religiosas andinas a una jerarquización propia de los católicos, la cual ellos creían que debía establecerse aunque fuere a través de la flagrante tergiversación de la información disponible, además de que la información que conseguían provenía de la élite incaica, obviamente sospechosa de "adaptar" la historia para favorecer a su panaca o linaje. El pueblo, puric cuna, no tuvo oportunidad de expresarse cuando los españoles escribieron la historia de los incas.

Ocuparía mucho espacio para fundamentar mi desconfianza en el legado de los cronistas, pero en pocas palabras se puede desenmascarar a Betanzos por su afán por favorecer el linaje de su esposa indígena Angelina, hermanastra de Atahualpa y anterior concubina de Francisco Pizarro; al cartógrafo y aventurero Sarmiento en su intento por hacer aparecer a los incas como usurpadores abusivos de una tierra que no les pertenecía; a Cabello Valboa y a Murúa como meros repetidores del texto perdido de Cristóbal de Molina; al jesuíta Cobo como un tardío investigador que dispone de información prejuiciada o con sesgos religiosos; a los mestizos Guamán Poma de Ayala, Garcilazo de la Vega y Juan de Santa Cruz Pachacuti que trataron de mostrarnos una versión idealizada de los incas, diseñada para complacer a los europeos. Otros cronistas, Cieza de León, Polo de Ondegardo y Santillán, aportan información de limitados alcances en cuanto a la descripción de eventos históricos.

IDENTIDAD INCAICA

Trataremos entonces de exponer el tema siguiendo una mitología que reconocemos poco fiable, pero que es la menos controvertida.

Como era la costumbre en el Mundo Andino, la base social, familiar y política de los ayllus y asentamientos urbanos mayores estaba dividida en una fracción alta (araj en aymara, hanan en quechua) y otra baja (manqha y hurin respectivamente), desde donde se iniciaban los linajes de poder (panacas) siguiendo la línea masculina. Escapando de la destrucción del Tiwanaku, un grupo de élite pukina de la fracción hurin, encargada de los cultos religiosos, logró huir al lago Titicaca con algunos ayllus (unidad socioeconómica formada por familias que organizadamente exploraban una extensión de tierra) de ambas fracciones, mientras los jerarcas de los panacas hanan, encargados de las gestiones bélicas, fueron eliminados por los aymaras. Se refugiaron en la actual Isla del Sol, ya por entonces considerada tierra sagrada por los tiwanakotas. Años después, el Reino aymara Lupaca inició avances de conquista hacia esa zona y los pukina huyeron hacia Puno, en el actual lado peruano del lago. Dirigidos por Apo Tambo, el jerarca religioso hurin, a falta de un jefe hanan, a fines del siglo XII iniciaron un lento peregrinaje al norte, formando en el camino el origen de la identidad incaica.

Se detuvieron por muchos años en Tambotoco (o Parictambu, hoy en la provincia de Paruro), donde parece haber nacido el hijo de Apo Tambo, Manco Capac, el mítico iniciador de la etnia incaica. El lugar se empezó a hacer estrecho y se prepararon para seguir al norte. Un grupillo de tres ayllus se escindió de la comunidad y terminó en el actual Ollantaytambo, mientras que Manco Capac se dirigió, con 5 ayllus de cada fracción y tras varias interrupciones, al Cuzco, distante sólo 50km, en una aventura que le tomaría 20 años. Para que no se confundan quienes conozcan la ulterior versión incaica del mito (diseñada para eludir la descripción de la bochornosa huída desde Tiwanaku), Manco Capac es el mismo personaje que Ayar Manco.

Aunque siendo de panaca hurin, Manco debió asumir la jerarquía militar a falta de un líder hanan. En el transcurso de la peregrinación con ribetes de conquista, esposó a la mítica Mama Ocllo y años después, ya más al norte y cuando su primer hijo, Sinchi Rocha hubo pasado por la ceremonia iniciática del primer corte de pelo, esposó (parece) a Mama Huaco, una fiera mujer de espíritu guerrero.

EN EL CUZCO

Y así, guerreando y conquistando, llegó al Cuzco, ocupado por minúsculos reinos, algunos de los cuales (huallas) derrotó con la ayuda de su feroz esposa Mama Huaco y con otros estableció alianzas (matrimonio de su hijo Sinchi Rocha con la hija de un jefe local). Siguen luchas con otras etnias vecinas (ayaruchos, sahuesaras, poques, etc) y la eterna rivalidad con un reino más poderoso, el de los ayarmarca.

A su muerte, su hijo Sinchi Rocha, soberbio combatiente, no consiguió doblegar a los ayarmarca y hasta perdió los dos incisivos superiores de un golpe que le propinó el rey enemigo. Le suceden su hijo Lloqu Yupanqui y su nieto Maita Capac, protagonistas de escaramuzas que no llegaron a ninguna parte, hasta que su tatara-sobrino Capac Yupanqui asumió el poder tras un golpe de estado. Aquí empieza el episodio que marcaría el paso de las primitivas escaramuzas de los incas con sus vecinos hacia la organizada expansión imperial.

Llegan los vecinos quechuas a pedir ayuda contra la amenaza chanca, un organizado reino mucho más poderoso que el minúsculo señorío incaico. Los ayarmarca tratan de ponerse en la buena con los incas casando a Capac Yupanqui con la hija de su jerarca, pero otra de sus esposas, Cusi Chimbo, celosa, lo envenena y crea una crisis política de proporciones que pone término al gobierno de los hurin, quienes en principio debían limitarse al liderazgo religioso. La fracción hanan, que carecía de líderes consagrados desde la huída del Tiwanaku pero a la cual en principio le correspondía el mando político y militar, se toma las dependencias de los hurin, mientras fuera del Cuzco los chancas invaden a los quechuas.

Cusi Chimbo parece haber sido instigada por Roca, de panaca hanan y quien llega a ser nominado jerarca y lo primero que hace es casarse con Cusi. Así, el poder político y guerrero vuelve a la parcialidad hanan a la que pertenecía en el Tiwanaku y los hurin vuelven al sacerdocio. Tal vez sea en este evento donde deba establecerse el real inicio del rol de Sapa Inca.

PACHACUTI

Los ayarmarcas siguieron haciéndole difícil la vida a los incas. El inca siguiente, Yahuar Huacac, muere con su heredero en un ataque de los cuntis al Cuzco, demostrando cuán fragil era aún el reino en comparación con sus vecinos. Le sucede un hijo "inventado" para que nadie reclamara, pero de la fracción hanan por cierto, quien luego adoptaría el nombre de Viracocha. Viracocha, su controvertido hijo Pachacuti y su nieto Tupac Yupanqui (el Alejandro Magno andino) y el hijo de éste, Huayna Capac, consolidarían el imperio incaico hasta que el sarampión que esparció el segundo desembarco de Pizarro en el Perú cobró la vida de Huayna Capac y generó la lucha entre Huáscar y Atahualpa, ya con los españoles insertos en su territorio. El resto de la trama figura en forma poco atractiva en los textos escolares de historia, por lo que no describiremos detalles del Período Tardío. Resta aclarar que si yo tuviera que elegir al más formidable hombre que ha producido el continente americano en toda su extensión geográfica e histórica, incluyendo tiempos modernos, nominaría a Tupac Yupanqui...

Sin embargo, aclararemos que, con o sin méritos, Pachacuti consiguió trascender en la forma que sugiere su nombre, transformando profundamente el destino incaico.

Si su padre Viracocha fue un viejo decrépito cegado por un irracional apego a su supuestamente cobarde, licencioso e inútil hijo Urco y si acaso sólo el cinematográfico coraje de Pachacuti salvó al pequeño reino incaico de la terrible amenaza chanca, es materia de discusión y en la cual me pongo en el lado de los escépticos pues las "maravillas" protagonizadas por los "héroes" de leyenda suelen tener una decepcionante y hasta doméstica explicación, aquí, en Europa, entre los fundamentalistas y en todas partes.

Betanzos le otorga a Pachacuti tal virtuosismo ético, que su historia llega a parecerse a un cuento de hadas (¿Angelina mediante?). Sarmiento es menos enfático, pero no contó con fuentes fidedignas y él mismo no está libre de sospechosas modificaciones de la evidencia.

Lo cierto es que, éticamente virtuoso, fanfarrón o lo que sea, Pachacuti termina recreando la historia de los jerarcas que lo precedieron, eliminando así no más y para siempre la gestión y posición genealógica de dos de ellos, redefiniendo el plano urbano del Cuzco y marcando el inicio de la expansión imperial incaica, aunque sigamos teniendo dudas en cuanto a que si fue él quien gestó algunas de las hazañas que ciertamente tuvieron lugar.

El resto, la expansión del imperio desde Quito hasta el límite que le impusieron los araucanos en el Maule, pasando por la conquista del altiplano y sus señoríos aymaras, hasta la muerte de Huayna Capac, el nieto de Pachacuti y la asombrosa osadía y "suertuda" y cruel gestión de Francisco Pizarro para conquistar el imperio, es materia supuestamente conocida, deficientemente tratada en nuestras escuelas, pero que se impone como materia estrictamente definida más allá de lo que realmente se sabe en las preguntas de la Prueba de Aptitud Académica, lo que no asombra a nadie porque ya sabemos que en Chile la historia se escribe de manera peculiar...

Dr. Renato Aguirre Bianchi

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