Aquiles
Cuando el espléndido regresa del fragor acompañado
entre humores surgidos en la lucha
reclama mi presencia
allí donde se tocan las manos enfebrecidas
al abrigo de aquel pecho cuyo aroma enciende
el deseo galopante
el presagio de la luna conquistada sobre un lecho
con sabor a hierbas silvestres
inicio como llama o como lirio
el sutil recorrido
marco voraz con cera derretida los espacios valles
y hendiduras donde pasta la silenciosa estrella
de los momentos en que el ardor me eleva al
límite mismo de las constelaciones.
El rastro sinuoso brillante que sobre la piel va dejando
la estrella convertida en húmedo molusco
precede al paroxismo de los candados
que saltan
reventando dinteles marquesinas
arrojando burbujeante ese efluvio
vital que me calcina.
Ubaldina Díaz Romero
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