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Pluscuamperfecto

Pluscuamperfecto En Tecuto nunca nadie ha recibido un engaño en los últimos 70 años. Al menos no uno, sino tres o cuatro en cada ocasión. Así es la vida en Tecuto, un país como cualquier otro gobernado por hombres y mujeres aleccionados en las más prestigiadas universidades del mundo. Los futuros gobernantes se forman bajo las más estrictas normas de calidad educativa, con un solo objetivo en mente: crear líderes sociales. De tal forma que cuando alguien es clasificado como parte de la clase política se le asocia, automáticamente, con un grupo de expertos en el arte de gobernar. Y es por ello que se considera imprescindible el estudio de una materia, muy de moda entre las altas esferas de la intelectualidad tecutense: la estadística. Por eso no es extraño escuchar a los políticos con motivo de un discurso, en una entrevista de banqueta, en medio de un acalorado debate televisivo o a lo largo de un tedioso y siempre exaltado informe de gobierno, hablar de estadísticas. Se les oye hablar de medidas de tendencia central, de medidas de dispersión, de polígonos de frecuencia, de histogramas, de prismogramas, de diagramas figurados, de logarítmicos, de curvas de tiempo, de índices de preferencia y de ecuaciones compensadoras que, muy pocos fuera de un reducido grupo, entienden.

Los habitantes de Tecuto son personas bombardeadas, en todo momento, por datos y cifras que se van enriqueciendo con datos y cifras del minuto siguiente. Todo ello con el fin de expresar los logros, que siempre se presume son muchos, en los diversos campos de la vida tecutense y que pocas veces corresponden con la realidad.

Pero el problema nodal de Tecuto no es la estadística, una materia como otras inventadas por el hombre, sino su uso. Y es que esta claro que todos estos años los gobernantes del país han vívido creyendo, con abnegada vehemencia, que la estadística es la ciencia del Estadista. Fuera de esto, todo es perfecto en Tecuto.

David García Contreras

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