Tributo
Nos desterraron los símbolos.
Arriaron nuestras banderas
aquellas que gozosos enarbolábamos
henchidos de ilusión,
de juventud primera.
Proscribieron las palabras,
las canciones, los poemas
-pueden ser más peligrosos
que las armas-
mientras con su estulticia
impúdicamente nos cercaban
pretendiendo hacer de nuestra derrota
grandiosa victoria.
Devolvednos todo aquello
que rapazmente sustrajisteis;
devolvednos la claridad del cielo
en el plenilunio de enero,
la música, las palabras robadas.
Devolvednos nuestro tesoro más preciado,
ajeno a la prisa, vuestra servil mercenaria.
Devolvednos la calma,
la mansedumbre, la sonrisa
perdida tras el rictus amargo.
Restituirnos el esplendor del estío
y la luz caduca del otoño.
Nos habéis convertido en máquinas
que con esmero programáis
para usarnos en vuestro provecho.
Mas vuestra impostura
no durará más
que la onda de una piedra en el agua.
Ana María Alcaraz Roca
Arriaron nuestras banderas
aquellas que gozosos enarbolábamos
henchidos de ilusión,
de juventud primera.
Proscribieron las palabras,
las canciones, los poemas
-pueden ser más peligrosos
que las armas-
mientras con su estulticia
impúdicamente nos cercaban
pretendiendo hacer de nuestra derrota
grandiosa victoria.
Devolvednos todo aquello
que rapazmente sustrajisteis;
devolvednos la claridad del cielo
en el plenilunio de enero,
la música, las palabras robadas.
Devolvednos nuestro tesoro más preciado,
ajeno a la prisa, vuestra servil mercenaria.
Devolvednos la calma,
la mansedumbre, la sonrisa
perdida tras el rictus amargo.
Restituirnos el esplendor del estío
y la luz caduca del otoño.
Nos habéis convertido en máquinas
que con esmero programáis
para usarnos en vuestro provecho.
Mas vuestra impostura
no durará más
que la onda de una piedra en el agua.
Ana María Alcaraz Roca
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